Jugar a la gallinita ciega

Quienes gozamos de buena visión, probablemente hemos sentido lo que es no ver sólo cuando hacemos de gallinita ciega, ese juego infantil en el que buscamos a nuestros compañeros guiándonos únicamente por los sonidos y caminando a tientas. Fuera de eso, dudo que nos molestemos en investigar más allá. Es muy fácil dar las cosas por hechas. Ver una película, por ejemplo, es algo que no implica más esfuerzo que sentarse frente a una pantalla, mirar y escuchar. Lo difícil es ponerse en el lugar de aquellos que no tienen todos los sentidos y pensar qué podrían necesitar para disfrutar del cine. ¿Será que tienen que hacer un esfuerzo adicional? No. La respuesta correcta es que nosotros, los que tenemos la ventaja de gozar de todos los sentidos, debemos practicar aquello llamado empatía y crear formas de inclusión para las diferencias funcionales. Eso es no solamente lo correcto; es una manera de aprender a ser mejores seres humanos.Sigue leyendo «Jugar a la gallinita ciega»

Cuánto cuestas, cuánto vales: la independencia en el cine

Hace poco les contaba que los Estados Unidos se llevan la mayor tajada de los ingresos por venta de taquilla en su país y en buena parte del mundo. Uno de los factores que influye en esto es la existencia de sus grandes estudios. Son corporaciones gigantescas que deciden los destinos del cine, qué producir, cuándo, dónde exhibir, etc.

En contrapartida, existen los independientes, aquellos que optan por financiar sus obras por cuenta propia. Generalmente, estas películas tienen presupuestos menores y se hacen en condiciones precarias, en relación a las otras. Su temática, además, se distingue por no seguir los lineamientos del mercado, sino por contar historias más cercanas a la vida de las personas, retratan la realidad y la cotidianeidad, en un tono más intimista que las que arrasan con la taquilla.Sigue leyendo «Cuánto cuestas, cuánto vales: la independencia en el cine»