Tár o la deplorable levedad del ser

“Aquel que quiere permanentemente ‘llegar más alto’ tiene que contar con que algún día le invadirá el vértigo” (Milan Kundera).

Llegar a la cima dejando a tu paso muertos y heridos no siempre funciona, especialmente si padeces de egocentrismo agudo y eres una mala persona. Por ahí va la muy disfrutable Tár.

Quienes crean que es una historia de empoderamiento femenino en un mundo dominado por hombres, podrán percatarse, en los primeros dos minutos, que se trata de otra cosa. En realidad, luego de una hora de metraje, se comienza a percibir las indirectas de Todd Field y su guion, como diciendo que la falta de escrúpulos, el abuso del poder, el acoso, la manipulación y el engaño no son atribuciones exclusivamente masculinas. Tár los practica cada día y aparentemente, algo de conciencia tiene aún, pues sufre de insomnio y algunos delirios de persecución.

Lydia Tár es una talentosa música que ascendió por la escalera de la fama y la fortuna con verdadera convicción y perseverancia hasta convertirse en la primera directora de orquesta de la Sinfónica de Berlín. La célebre compositora y directora, adinerada y admirada, deja que su genialidad se apodere de sus principios, haciendo uso de demasiadas licencias y acumulando faltas que la atormentan y crecen como una bola de nieve, amenazando su imagen y su envidiable estilo de vida.

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Con gusto a escándalo

A propósito de canciones que son tendencia, recuerdo los boleros y las rancheras con nostalgia, será por su escasez de prosaísmo. Géneros casi extintos, tan aptos para llorar abandonos o dar serenatas sin necesidad de marcas. Qué tiempos aquellos. Frase desgastada, sí, como el amor romántico o la monogamia.

Extraño, sin embargo, la bonhomía de los versos de Armando Manzanero. Vaya caballero.

“Ahora que te vas
Que no estarás conmigo
Recuerda en las mañanas abrigarte
Todo el tiempo de cuidarte
Que eres fácil de enfermar”

Armando manzanero

Son muchas las teorías e investigaciones sobre la monogamia en busca de identificar su razones y que van desde el cuidado de la salud pública y de la crianza de los hijos, hasta el control de la herencia. Sea lo que fuere, es un acuerdo social, como el lenguaje, la constitución o el divorcio.

La monogamia sexual no se ha cumplido casi nunca. Si un monógamo sabe que no le van a pillar tiene muchas probabilidades de ser infiel, de saltarse la monogamia sexual. Pero eso no implica que se vaya a saltar la monogamia social”, dice el etólogo Desmond Morris a este respecto. Dudo que se necesiten grandes estudios para evidenciarlo.

Christopher Ryan, psicólogo, sostiene que la paternidad, la familia nuclear y el control de la vida sexual de la mujer tomaron importancia a partir de la propiedad privada, lo que también condujo al inicio de las guerras por los bienes, entre otras cosas.

Pero volviendo a la música, ya lo decía el  histriónico Raphael hace 30 años:

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