Con gusto a escándalo

A propósito de canciones que son tendencia, recuerdo los boleros y las rancheras con nostalgia, será por su escasez de prosaísmo. Géneros casi extintos, tan aptos para llorar abandonos o dar serenatas sin necesidad de marcas. Qué tiempos aquellos. Frase desgastada, sí, como el amor romántico o la monogamia.

Extraño, sin embargo, la bonhomía de los versos de Armando Manzanero. Vaya caballero.

“Ahora que te vas
Que no estarás conmigo
Recuerda en las mañanas abrigarte
Todo el tiempo de cuidarte
Que eres fácil de enfermar”

Armando manzanero

Son muchas las teorías e investigaciones sobre la monogamia en busca de identificar su razones y que van desde el cuidado de la salud pública y de la crianza de los hijos, hasta el control de la herencia. Sea lo que fuere, es un acuerdo social, como el lenguaje, la constitución o el divorcio.

La monogamia sexual no se ha cumplido casi nunca. Si un monógamo sabe que no le van a pillar tiene muchas probabilidades de ser infiel, de saltarse la monogamia sexual. Pero eso no implica que se vaya a saltar la monogamia social”, dice el etólogo Desmond Morris a este respecto. Dudo que se necesiten grandes estudios para evidenciarlo.

Christopher Ryan, psicólogo, sostiene que la paternidad, la familia nuclear y el control de la vida sexual de la mujer tomaron importancia a partir de la propiedad privada, lo que también condujo al inicio de las guerras por los bienes, entre otras cosas.

Pero volviendo a la música, ya lo decía el  histriónico Raphael hace 30 años:

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Vidas rotas, cuatro películas imprescindibles

Cuando era niña y visitaba a mi abuela en las vacaciones, la vida parecía tan simple… Solamente tenía que lograr buenas notas en el colegio para que me premien con el viaje de mis sueños y pasar unas semanas conversando con ella. Salíamos muy poco y no hacía falta, su compañía y sus historias eran lo único que necesitaba para sentirme dichosa. Mientras cocinaba, tendía la cama o íbamos a comprar el pan, me contaba su vida y la de sus hermanas; de cuando puso una pequeña tienda de barrio, de cuando vivía en un convento, donde crió a sus cuatro hijos trabajando de sol a sol o de cuando el abuelo, maestro de profesión, se fue a la Guerra del Chaco, solicitando ser enfermero, pues no se hallaba capaz de disparar a nadie. Dos años después, regresó con el grado de suboficial de sanidad.

No todo era alegre, sin embargo. A veces, la abuela se ponía pensativa y se le escapaban algunas penas que en realidad yo no necesitaba saber a esa edad; otras, se ponía apocalíptica. Decía que el año 2000 el mundo llegaría a su fin y que no había nada que pueda evitarlo. 23 años después seguimos acá, aunque no dejo de sentir que nos vamos al garete y eso es algo que las películas me confirman, pero también me retrucan.

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