Crisis, creatividad y futuro: el talento no se rinde

En su boletín por el día del trabajo, el Banco Interamericano de Desarrollo reportaba que en América Latina y el Caribe, las personas que trabajan suman más de 300 millones y “sin embargo, menos de la mitad cuenta con protección frente a riesgos como enfermedades, desempleo o pobreza en la vejez”.  Aunque es una cifra muy general, permite percibir lo crítico que es, para una gran mayoría, habitar en esta región. En Bolivia, además, hay factores que agudizan estas condiciones desfavorables, como el cruel e indigno sistema de pensiones, que nos ha condenado a rentas de pobreza, aunque hayamos aportado durante 20 o 30 años.

“En una región con realidades laborales tan diversas, es importante repensar nuestros sistemas de seguridad social para que respondan mejor a las necesidades de todos los trabajadores, sin importar el tipo de empleo que tengan.” Dice el BID.

Pero mientras lo piensan, hay mucho que hacer y resulta que hay gente valiosa creando cosas más que interesantes. En un escenario tan incierto como el nuestro, tenemos sectores creativos con propuestas no solamente sorprendentes, sino también con potencial para crear valor económico.

He tenido la oportunidad de asistir a presentaciones de startups (emprendimientos de base tecnológica) que participan en los programas de aceleración de un proyecto de la Fundación Solydes. La aceleración, en pocas palabras es un proceso de apoyo, sin costo para los postulantes, en el que reciben capacitación, por un tiempo determinado, en temas de gestión empresarial, con el objetivo de generar oportunidades para su crecimiento y posterior generación de fuentes de empleo.

Las ideas de negocio y sus propuestas de valor son diversas, aplican para distintos espacios y contagian optimismo y esperanza; escuchar a estos jóvenes es la prueba palpable de lo importante que es evitar a toda costa la “fuga de cerebros”. ¿Nos dicen todos los días que hay que salir de este país? Que lo digan. Es imposible que nos vayamos 10 millones. Se irán los que pueden; la mayoría seguiremos aquí, apostando por lo mucho que aún podemos hacer y porque somos mejores que las circunstancias en que algunos impresentables nos han sumido.

Estas son algunas de las propuestas, todas hechas en Bolivia, que he rescatado para compartir aquí.

Ebano, conecta a productores de alimentos con compradores, reduciendo ineficiencias en la cadena de valor agrícola. Busca generar mayor equidad, con sostenibilidad y mejores ingresos para las comunidades. Datos: el nicho de la gastronomía es de 29 millones de dólares. En Bolivia, de siete millones en el eje troncal. 

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Desde Selecciones hasta Oppenheimer, relatos apocalípticos

Encontré un ejemplar de Selecciones del Reader’s Digest, una revista que disfrutaba coleccionar hace mucho y que, en algún momento aciago, perdí. La edición traía de todo, artículos diversos y atemporales, como Ofrecer disculpas, arte indispensable, En empresas así da gusto trabajar, Delicias gastronómicas de Asia, y Raquel Welch enseña yoga.

Estaba por leer sobre una niña prodigio del violín, pero el texto que ganó mi atención y produjo esta nota fue Vientos mortales: Chernóbil, 1987, a propósito del primer aniversario del accidente que esta semana cumple 39 años y que sigue siendo recordado como uno de los desastres nucleares más nefastos de la historia. Comenzó a la 1:23 am del 26 de abril de 1986, cuando explotó el reactor número 4 de la estación nuclear ubicada a 15 kilómetros de la ciudad ucraniana de Chernóbil. Las personas afectadas se cuentan por decenas de miles, desde quienes tuvieron que abandonar su hogar hasta quienes fallecieron ese día y a lo largo del tiempo, debido a una cadena de consecuencias que se prolongó por más de veinte años.

La cantidad y alcance de los daños es incontable y se ha producido mucha información al respecto durante estas casi cuatro décadas. En el mundo audiovisual también, y si hay interés y aún no la vieron, está la miniserie Chérnobil (2019), disponible en Max y en el mercado paralelo. Tiene solo cinco episodios, pero su potencia narrativa es soberbia e impactante. En su momento ganó diez Premios Emmy, nueve premios BAFTA y dos Globos de Oro, incluyendo mejor miniserie.

El relato aborda todas las facetas del hecho, la forma en que sucedió el accidente, los personajes y sus historias personales, pero también el lado político y cómo el gobierno de entonces, irresponsablemente, trató de ocultar el hecho.

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