Del encierro a la luz: el legado de Marina Núñez del Prado

En noviembre de 2023 se anunció oficialmente la ampliación y restauración de la casa familiar que habitó Marina Núñez del Prado, en Sopocachi. Una noticia largamente esperada, considerando que fue en los años 70 cuando la artista, que se trasladó a vivir a Lima, decidió crear —en acuerdo con sus hermanos— la Fundación Núñez del Prado, para que así se preserve y administre la importante cantidad de obras de arte que la casa contenía. Marina dejó unas 3.600 piezas, de distintos tipos y épocas, entre sus esculturas y otros objetos.

Finalmente, este 1 de agosto, la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia abrirá esta casa, declarada patrimonio cultural en 2019, y luego de décadas de postergación se podrá conocer y apreciar su valioso legado, pues hay que admitir que los bolivianos ignoramos la valía de esta gran artista (así como de muchas otras), ya que fue conocida y reconocida más en el exterior. Incluso en Perú, donde vivió gran parte de su vida adulta, han logrado difundirla y promoverla desde hace mucho.

En la casa de la Avenida Ecuador, el trabajo curatorial, realizado con maestría por la antropóloga Varinia Oros, ha diseñado una narrativa afectiva y a la vez rigurosa desde lo técnico. Han emplazado los recursos museográficos con la intención de crear un recorrido que sumergirá al público en los espacios cotidianos de la familia Núñez del Prado, a través de grabaciones en audio, y así entrar en comunión con la casa y sus tesoros, conociendo historias y datos de cada rincón y de cada objeto.

No será, por tanto, un museo frío e impersonal, pues el diseño y el montaje están pensados para que podamos recuperar nuestro vínculo con Marina, con su pensamiento, con su visión y su sensibilidad. A través del recorrido tendremos la oportunidad de conocer su historia, escucharla y descubrir cómo entendía al país y sus culturas, qué la inspiraba y qué transmitía con sus cinceladas.

La casa expondrá también los grabados en madera de su padre, la obra de su hermana Nilda, cuya trayectoria artística es también riquísima, así como cientos de objetos que Marina fue acumulando en sus viajes e investigaciones, pues tenía un espíritu explorador e inquieto, ansioso de conocimiento.

Nuestra sociedad necesita recuperar sus lazos con Marina, le debemos esto que, finalmente, se está logrando. Su relación con este lugar era fuerte y estaba atravesada por un profundo amor, conocimiento y sensibilidad social. Marina fue fundamental y a través de su museo podremos reconstruir un vínculo que estuvo injustamente apagado, llenando de alguna manera el vacío creado por los largos años de silencio y abandono.

Marina Núñez del Prado fue una artista pionera y de proyección mundial, transformó la escultura al poner el cuerpo femenino, la maternidad y el indigenismo andino en diálogo con las vanguardias contemporáneas. Su obra, monumental e imponente, pero también curvilínea, sensual y profundamente identitaria, ha sido admirada por personajes como Picasso, Frida Kahlo, Eleanor Roosevelt y Gabriela Mistral, habiendo recibido numerosos galardones internacionales. Sus creaciones pueden verse en una veintena de museos y colecciones en varios lugares del mundo.

Ahora La Paz, su hogar, albergará y compartirá su creación, honrando una deuda que estuvo pendiente por demasiado tiempo. Y ese sea, probablemente, uno de los pocos motivos de verdadera celebración que la cultura tenga en este Bicentenario tan contaminado de miserias.

Sin arte no hay futuro

Buscando en los programas de gobierno de los que siguen en carrera para las elecciones generales, volví a usar el comparador de Labtecnosocial, además de hacer una lectura rápida en cada documento, con el propósito de evaluar esta vez si las propuestas han tomado en cuenta un tema transversal para el desarrollo humano y, por ende, para los desarrollos económico, social y político: el arte.

Analicé primero cuáles son las palabras más y menos utilizadas en los distintos programas de gobierno, encontrando que entre los principales términos están: Bolivia, nacional, gobierno, país, sistema, dólares, desarrollo, empresas, mediante, recursos, debe, millones, estrategia, seguridad, política, social, inversión, crisis, público, economía, fortalecimiento, nacional, energía, justicia, salud, judicial, renovables, propiedad, privada, fuerza, y eliminar.

La palabra “arte” está entre las palabras menos usadas en los textos de los programas de gobierno. En casi todos aparece cero o una vez, a excepción del programa de MORENA, que lo usa cinco veces.

Alianza Libre incluye el término una vez, dentro de su plan para el turismo, de manera muy superficial. AP dice que impulsarán una diplomacia cultural activa, con promoción de las lenguas originarias, el arte, la historia de los pueblos indígenas y afrodescendientes.

Es llamativa la forma en que SUMATE usa una sola vez la palabra, en la oración “se deberá cultivar el arte de hacer acuerdos políticos”. Además, asigna al ministerio de relaciones exteriores el manejo de la economía naranja, para proyectar al país hacia afuera, sin decir cómo trabajará el tema hacia adentro. Alianza Unidad la menciona una sola vez, como materia en su programa de educación y escuelas experimentales.

Respecto a los programas de gobierno que incluyen (o no) el tema de arte y cultura en sus propuestas, ni Libre, Alianza Unidad, Alianza Popular, APB (SUMATE) o PDC han incluido propuestas sobre el tema como capítulos o temas relevantes de sus respectivos programas. Aquellos que sí lo hacen son:

MORENA, que habla de acceso universal y gratuito a la cultura, el arte y el deporte a través de incluir arte y deporte como asignaturas en el sistema educativo, reconociendo al arte como una dimensión esencial del desarrollo humano.

El Movimiento al Socialismo (MAS – IPSP), que habla de la importancia del patrimonio cultural y de generar políticas para fortalecer las industrias culturales y creativas. También dice que creará una (¿otra?) agencia y fondo para fomentar el cine y la producción audiovisual.

Por su parte, la organización Libertad y Progreso (ADN) pretende desarrollar “una amplia y efectiva batalla para reafirmar los valores y principios de la civilización occidental”, así como “restablecer los símbolos nacionales y asegurar su uso preminente”. Una idea que, francamente, produce temor por su tufo excluyente y conservador. Una amenaza para la diversidad cultural.

Alianza la Fuerza del Pueblo (FP) propone la reconstrucción, recuperación y mantenimiento de los cascos viejos e históricos. Importante, pero limitado para un programa de gobierno.

¿Qué nos dice todo esto?

Claramente hay un vacío que revela un común denominador entre los contendientes: su reducida visión del desarrollo. Priorizan sectores tradicionales (importantes, por supuesto) como salud, justicia, economía y seguridad, miopes ante el potencial del arte como herramienta de cohesión y transformación social, fortalecimiento de la educación, de la innovación, de la economía productiva y de la conciencia ambiental.

Hay una tendencia a reducir la cultura a patrimonio, turismo o identidad nacional, sin un enfoque que promueva la producción, la circulación, el acceso y la sostenibilidad del trabajo artístico.

El arte no es visto como parte de las estrategias de recuperación económica, de educación integral ni como herramienta de inclusión o transformación social, especialmente en tiempos en que se idealiza el potencial de las inteligencias artificiales. La IA automatiza procesos, pero no puede replicar pensamiento crítico, emociones o creatividad. El arte y la cultura mantienen viva nuestra humanidad, generando empatía, identidad y reflexión, elementos esenciales para una sociedad equilibrada en tiempos de algoritmos.

Por otra parte, frente a riesgos como el desempleo tecnológico o el aislamiento digital, el arte crea espacios de encuentro, contención y participación. Fortalece el tejido social y ayuda a enfrentar los cambios con sentido y pertenencia colectiva.

En lo que coinciden algunas propuestas es en que las industrias culturales pueden generar empleo y riqueza. Por ello, si se piensa en el largo plazo, habrá un futuro en el que muchos trabajos serán reemplazados por la tecnología y justamente ahí es que la creatividad será un valor diferencial. Invertir en cultura es apostar por una economía más diversa, humana e inclusiva.

Hay que recordar también que buena parte de las IA proviene de grandes corporaciones. Sin políticas culturales, se corre el riesgo de perder diversidad y pensamiento propio. El arte fomenta la reflexión y resiste la homogeneización cultural impuesta por algoritmos.

El arte y la cultura son antídotos contra la deshumanización y brújulas para orientar el futuro. Sin ellos, el desarrollo tecnológico, económico y político es incompleto y desigual, por lo que se debe integrar lo cultural en las políticas de desarrollo, como un eje estratégico, no decorativo.

Es urgente que la ciudadanía y los colectivos culturales exijamos propuestas más ambiciosas, articuladas y participativas para el sector cultural.

Captura de pantalla del comparador de programas de gobierno de Labtecnosocial.
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