El honor de Anora

Tiene 23 años. Se gana la vida haciendo lap-dance, ese baile que en realidad es más un juego erótico por el que se paga para mirar muy de cerca, sin derecho a toque. Las propinas son su fuente principal de ingresos. Ocasionalmente, también hace de trabajadora sexual.

Descendiente de migrantes rusos, vive en Brooklyn, donde comparte un triste espacio con su hermana, junto a un tren que pasa día y noche. Anora carece de calor filial, de contención emocional, de aquello llamado hogar. Quizás tampoco haya terminado la escuela.

Es, sin embargo, una joven altiva, vivaz, desenvuelta y ha aprendido a resolver su vida con la única herramienta que conoce: su cuerpo y su sexualidad. Cada noche se acerca a los hombres que visitan el club y entabla conversación para llevarlos a una sala privada, donde podrá vender un baile por un buen precio. Ya sabe lidiar con las miradas lascivas, el lenguaje tosco, el toqueteo burdo. Su desnudez es el escudo con que libra sus mejores batallas.

La Testa Magazine

Una noche, luego del baile privado, Iván, un nuevo cliente, le paga por una noche completa y luego por una semana entera, en exclusiva. Es un chico mimado que puede darle miles de dólares, como si fueran monedas, que para ella son pequeñas fortunas. Se enganchan y comienza el desenfreno. Una semana de fiesta después, deciden casarse. Ella, en una actitud de claro autoengaño, se aferra al espejismo que el engreído heredero parece ofrecer. Cuando nunca se ha tenido nada, la ilusión se prende como garrapata. El corazón cree lo que necesita creer. Anora incluso piensa en pedirle a Iván que la luna de miel sea en Disneylandia.

Hasta este punto, la película es un carrusel vertiginoso e innecesariamente prolongado de secuencias inmersas en una atmósfera sofocante de espacios cerrados, personajes sosos, poca luz, mucho ruido, bebidas, drogas y revolcones; todo es un triquitraque.

Y un día les llega la realidad. Mamá y papá, dignos representantes de la oligarquía rusa, una pareja temible, envía a sus matoncitos a conseguir la anulación del matrimonio, mientras vuelan hacia Nueva York en su avión privado. El ritmo y el tono de la historia cambian drásticamente en una escena durante la cual Iván escucha que sus padres están en camino y entra en tal estado de pavor, que huye aterrado, abandonando a su alelada esposa.

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En este punto del metraje, Baker comienza a presentarnos, muy solventemente, a los personajes que ha creado para esta historia, pues cada uno complementa el contexto en el que Anora debe moverse, mientras se conduce con más racionalidad y fortaleza de las que parecen caber en su delgada humanidad.

A partir del momento en que los empleados pseudo gorilas entran en escena intentando inútilmente intimidar a Anora, se suceden unos gags entre violentos y humorísticos que concluyen con un acuerdo: encontrar al novio fugitivo. Esa búsqueda es la parte más rica y donde Baker nos ofrece los matices más sabrosos.

Mikey Madison despliega una magistral evolución, de la joven que comienza fría y resuelta, a aquella que, según va entendiendo la realidad de la que es parte, es atravesada por un desgajo interior, pero que se mantiene resuelta a pelear por su honor (y su amor).

Igor, el mejor (Hobby Consolas)

Al metraje le sobran varios minutos y cae en algunos lugares comunes, pero sin dejar de ser disfrutable y de transmitir la sensibilidad de su director. Ojo, que no es una “intensa y divertida historia de amor”, como la han reseñado por ahí. Es una tragicomedia algo oscura, que además se enmarca dentro del llamado cine de realismo social de Sean Baker, especialmente por las notables Tangerine (2015) y Proyecto Florida (2017). A Baker le interesa enfocarse en los antihéroes, los que habitan en los márgenes del sueño americano, en otras palabras, en los sobrevivientes y las minorías.

Y Anora es una sobreviviente, un personaje difícil, logrado con maestría por Madison, quien está recibiendo reconocimiento internacional por este trabajo. La Asociación de Críticos Norteamericanos le ha concedido el premio a mejor intérprete revelación, junto a otros galardones que ya tiene en su estante y además está en carrera para los Critics’ Choice Movie Awards, entre otros premios.

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