Esta temporada de transición otoñal, en que el trending topic pandémico destapa facetas desconocidas hasta por uno mismo, pareciera que muchos han dedicado buena parte de su tiempo a actividades que no solían realizar habitualmente, como la panadería, la cocina y el ejercicio. Hay, además, una infinidad de webinars de todo tipo, así como concursos en redes sociales, desde los más bizarros hasta los más divertidos. Por mi correo circulan invitaciones para charlas con exitosos emprendedores, consejeros y similares. Por otra parte, también parece que hay quienes se hallan desesperados por el exceso de tiempo libre, esos son los menos, me parece.
Particularmente, mis días en cuarentena transcurren veloces y llenos de actividades, sin lugar para el aburrimiento o el ocio prolongado. Además del teletrabajo, mi rutina está copada por nuevas tareas, vinculadas al hogar y a labores de vecindad, pues la demanda de apoyo, sobre todo de personas mayores y solas, es una de las evidencias palpables que la pandemia ha ocasionado.
La emergencia nos ha dado la oportunidad de re-crear y recrear nuestros días de modos inesperados y uno de los pensamientos que me rondan se vincula a los recuerdos y a lo distinto que era todo en el siglo pasado. Por eso pensé en ofrecer una cartelera que permita un momento de recreación, pero también de re-creación de vivencias. Es una selección de títulos que probablemente muchos hayan visto hace 20, 30 o 40 años, es decir, cuando su vida era completamente distinta a lo que es hoy. Les sugiero volver a ver a Orson Welles, con un abuelo o abuela que lo haya admirado, o revivir las inolvidables actuaciones del Robin Williams de los 80 con sus hijos adolescentes.
Veamos estas historias de nuevo y de una manera distinta. Ya no en sala, sino en streaming, ya no con taquilla, sino en el hogar, con alguien a quien amamos y que reviva cada historia a su manera. En estos días vi Mente Indomable con mi hijo, que acaba de cumplir 20 años y les aseguro que fueron dos horas estupendamente compartidas. Ahora tenemos un nuevo recuerdo juntos, para comentar cuando reseñemos estos extraños días. Quien pueda, vea Easy Rider o El extraño con un abuelo o una madre que ya esté en sus años dorados, será un momento distinto y por demás grato.
Todos los títulos de esta lista de recomendaciones se encuentran en Netflix.
El extraño, Orson Welles, EEUU, 1946. Nominada a un premio Oscar, es la tercera película de Welles y según los críticos, un thriller entretenido y original, una obra maestra que no logró la popularidad que merece, “sin embargo, entrega un mágico entramado de luces y sombras, un compendio de imaginería visual que Welles hace estallar en forma de virulenta crítica antinazi”, en palabras de MA Palomo (El País).
A la hora señalada, Fred Zinnemann, EEUU, 1952. Ganó cuatro premios Oscar y cuatro Globos de Oro, por citar los más importantes. Con Grace Kelly y el legendario Gary Cooper y ambientada en ‘el lejano oeste’, cuenta la historia de un sheriff recién casado, que debe postergar sus planes para defender al pueblo de una banda de criminales, aunque nadie más tiene el valor de acompañarlo.
Easy Rider. Dennis Hopper, EEUU, 1969. El reparto ya es un buen aliciente para disfrutar esta historia: Peter Fonda, Dennis Hopper, Jack Nicholson y Karen Black. Un buen road movie que sigue a dos motociclistas que viajan de Los Ángeles a Nueva Orleans en una aventura plena de descubrimientos.
Tiburón, Steven Spielberg, EEUU, 1975. Si hay alguien que no la haya visto aún, ahora puede ponerse al día. Inolvidable y estremecedora, fue una de esas películas que supieron provocar miedo de verdad, con un bicharraco atroz que dañó para siempre la reputación de los tiburones. Años después, el autor del libro, Peter Benchley, aseguró que “los tiburones no tienen como objetivo los seres humanos y ciertamente no guardan rencores”. Benchley luego dedicó parte de su vida a la protección de los escualos. La película contó, además, con una banda sonora que ha quedado grabada en la memoria colectiva. Ganó tres premios Oscar y un Globo de Oro, entre varios otros premios.
Africa mía. Sidney Pollack, EEUU, 1985. Con la actuación de los jóvenes y bellos Meryl Streep y Robert Redford, es una conmovedora historia rodada en un soberbio escenario natural, con paisajes excepcionales. Karen acaba de casarse por la fuerza con un barón que tampoco la aprecia y se van a Kenia, donde planean dedicarse a explotar una plantación de café. Ahí ella se enamora de África, su gente y de un guapo aventurero. Ganó, entre muchos premios, 7 Oscar y 3 Globos de Oro.
Mi vecino Totoro. Hayao Miyazaki, Japón, 1988. Es, sin duda, la película más destacada del Studio Ghibli, aunque hay que reconocer que toda la filmografía de Miyazaki es digna de verse más de una vez. Mi vecino Totoro es un relato que habla de la relación de la humanidad con la naturaleza, a través de personajes fantásticos y referencias mágicas a duendes y espíritus protectores.
La sociedad de los poetas muertos. Peter Weir, EEUU, 1989. Una emotiva narración que se desarrolla en un ambiente masculino y elitista: una escuela privada, cuyo director se jacta de que sus graduados integran el poder político y corporativo de los EEUU. Hasta ahí llega un nuevo profesor de literatura, el señor Keating (Robin Williams) con el propósito de enseñar a pensar libremente.
Mente indomable. Gus Van Sant, EEUU, 1997. También co protagonizada por el inolvidable Williams, despliega una serie de momentos emotivos a partir de las distintas relaciones entre sus personajes. Will es un joven rebelde y agresivo, pero además es un genio para las matemáticas. Como siempre está en problemas, un profesor trata de convertirse en su tutor y lanzarlo al estrellato, aunque eso implique que Will no supere su triste pasado personal. Ganó el Oscar a mejor guión original, escrito por dos jovencitos: Matt Damon y Ben Affleck.